Leyenda 091

LA LEYENDA

por Asiant y Uriel

CAPÍTULO XCI

LA APUESTA

Armagedón

         Alzó la mirada para contemplar la enorme habitación a la que había entrado luego de atravesar el aro de luz del Portal Estelar. Se trataba de un lugar muy distinto al Castillo de Roca del Mal o a cualquier otro lugar en el que hubiese estado antes. La calidad y la sofisticación de los aparatos presente en cada rincón del laboratorio le sirvieron para constatar la avanzada tecnología con la que contaba su nuevo aliado. Atrás de la imponente figura del Rey del Mal, Hadora, Kilban, Myst, Saboera y Baran también observaban todo a su alrededor con una mezcla de asombro y curiosidad.

         —Que frío se siente aquí —susurró Saboera mientras se frotaba los hombros.

         Caminando con la gracia de un felino, Ban bajó por la rampa que llevaba al Portal Estelar y se aproximó hasta donde estaban N´astarith, Bórax, Leinad, Tiamat, Nauj-vir, Astarte y Mantar. Los examinó durante unos segundos hasta que N´astarith decidió darle la bienvenida.

         —Bienvenido a Armagedón, Ban, espero que encuentres tu estancia placentera.

         —¿Así que esta es tu fortaleza, N´astarith? —murmuró Ban con mesura y luego frunció una leve sonrisa malévola—. Me gusta, es… acogedora.

         —Quiero presentarte a Bórax —repuso N´astarith, extendiendo una mano hacia el gnomulón inorgánico que aguardaba a su lado—. Él es el líder de los gnomulones inorgánicos y viene en representación de Asura, quien es otro poderoso aliado que se nos unirá muy pronto.

         Ban observó a Bórax de arriba abajo con detenimiento. Había algo en aquella criatura que le parecía curiosamente familiar. Quizá se debía al aspecto demoníaco del gnomulón o a las vestimentas rudimentarias que lucía, pero lo cierto era que se asemejaba un poco a Saboera.

         —¿Gnomulón inorgánico? —repitió con extrañes mientras Hadora y los demás se acercaban—. En mi mundo no existen los gnomulones. ¿Acaso eres una criatura mágica o alguna clase de demonio?

         Boráx frunció una tenue sonrisa.

         —Podría decirse que somos criaturas mágicas, rey Ban.

         —Ya veo —murmuró Ban y luego llevó su mirada hacia el rostro de Tiamat, quien lo observaba fríamente. La expresión hosca del Khan del Dragón denotaba un velado sentimiento de deprecio y desconfianza que todos los guerreros de Abbadón compartían por los recién llegados. Aquella impresión no pasó inadvertida para Ban, que devolvió la mirada de igual forma al líder de los Khans. De repente, Tiamat se apresuró a bajar la mirada en un intento por disimular sus pensamientos.

         —Él es Tiamat, el líder de mis guerreros de elite —explicó N´astarith con orgullo mientras Ban escrutaba al Khan con sus penetrantes ojos—. Mis guerreros son conocidos como los Khans y son temidos en todas partes. Algunos de ellos ya han tenido la oportunidad de pelear contra ese niño llamado Dai en algunas ocasiones.

         —¿De verdad? —inquirió Ban con interés, volviéndose hacia N´astarith—. ¿Qué otra cosa podrías decirme de esos enemigos tuyos con los que se ha aliado Dai? Me interesa bastante conocer acerca de ellos.

         —Paciencia, mi amigo, paciencia —le calmó el amo de Abbadón y a continuación extendió su brazo derecho para mostrarles la salida—. Todo a su debido tiempo ¿Por qué no mejor me acompañan al salón del trono? Allí podré explicarles mejor todos mis planes y decirles lo que quieran saber respecto a nuestros enemigos. Mis guerreros pueden hacerse cargo de recibir a las tropas de tu ejército mientras tanto.

         —Me parece bien —asintió Ban e hizo un gesto con la cabeza para indicarles a Hadora, Baran, Myst, Saboera y Kilban que los siguieran. Mientras la comitiva de líderes del Ejército del Espíritu del Mal, Mantar, Tiamat, Leinad y Bórax caminaban hacia la salida del laboratorio, N´astarith se volvió un instante hacia Nauj-vir y Astarte para hablarles en voz baja.

         —Quiero que se encarguen de recibir a los soldados de Ban y vean bien que tipo de armas y poderes poseen. Llévenlos al hangar 89-LK donde se encuentran los gnomulones inorgánicos y después reúnanse conmigo en la sala del trono.

         —A sus ordenes, mi señor —repuso Nauj-vir mientras inclinaba la cabeza.

Astronave Churubusco.

         —»Y un grandioso guerrero vino desde cielo, con una aureola de luz y fuego y el cabello blanco como la plata» —murmuró Saulo, recitando de memoria la antigua leyenda de Dilmun que su padre le había contado cuando era niño—. «Y el gran dragón fue confinado a la tierra y sus seguidores confinados con él».

         —¿Y exactamente qué quiere decir todo eso? —preguntó Poppu, desconcertado.

         —Es la parte de la leyenda donde se menciona la aparición del guerrero Káiser y la derrota del enemigo ancestral —explicó Casiopea—. El dragón simboliza a Apolión, el hijo mayor del rey de Dilmun que quiso utilizar el Portal Estelar para dominar el universo.

         —Comprendo —asintió Hyunkel meditabundo—. Pero ¿por qué los Khans temen a un guerrero que combatió hace tanto tiempo en un mundo perdido?

         —Porque la leyenda afirma que el guerrero Káiser volverá a aparecer cuando el universo se encuentre en peligro otra vez —le contestó Saulo—. Sin embargo nadie sabe lo que ocurrió con ese guerrero luego de la batalla en Dilmun y por eso desconocemos sí de verdad a aparecerá otra vez.

«El Guerrero Káiser», pensó Sailor Venus. «Josh mencionó algo acerca de eso cuando me mostró esas imágenes del planeta Adon, aunque no estaba seguro de sí se trataba del mismo guerrero»

         —Pero eso no nos aclara el porqué los guerreros de Abbadón confundieron a este enano con el guerrero Káiser —alegó Cadmio, dirigiéndole una mirada de desprecio a Son Gohan—. No me extrañaría para nada que esos cobardes empezaran a ponerse paranoicos.

         Asiont albergaba las mismas dudas que Cadmio. A juzgar por la leyenda, no había nada que hiciera suponer que Son Gohan era aquel personaje legendario. En su opinión, la única explicación lógica era que los Khans hubieran malinterpretado la leyenda de Dilmun por alguna razón en especial.

         —¿Y sí Gohan fuera la reencarnación del guerrero de la leyenda? —inquirió Casiopea de repente—. El poder que posee no es ordinario y menos para un niño de su edad.

         —¡Que estupidez! —exclamó Cadmio—. El Guerrero Káiser no puede ser un mocoso.

         —¿Yo? ¿El Guerrero Káiser? —murmuró Son Gohan, mostrándose igual de confundido que los Celestiales. De pronto, recordó lo que Nauj-vir le había dicho y exclamó—: ¡Es cierto! En un principio los Khans dijeron que yo era el Guerrero Káiser, pero luego uno de ellos aclaró las cosas.

         —¿Aclaró las cosas? —repitió Trunks.

         —Sí, todo sucedió cuando me transformé en súper saiya-jin —recordó Gohan—. Uno de los Khans pensó que yo era ese Guerrero Káiser cuando después de ver mi transformación, pero luego dijo que los guerreros Káiser tienen el cabello blanco.

         —¿Qué rayos es un súper saiya-jin? —les preguntó Seiya.

         —Me suena a alguna especie de platillo —comentó Sailor Moon mientras se frotaba el estómago y se pasaba la lengua por los labios—. Podría ser algo parecido al arroz con curry.

         —Me sorprende que aún tengas hambre después de todo lo que comiste —le dijo Sailor Mars en tono burlón—. Sí sigues así te pondrás como globo y tu novio te dejará.

         —¡Oye! ¡¿Qué estás tratando de decir?!

         —Calma —le dijo Tuxedo Kamen reprimiendo una sonrisa.

         Gohan llevó la mirada hacia el rostro de su padre, quien asintió levemente con la cabeza para darle a entender que dejara el asunto del súper saiya-jin en sus manos.

         —Si me permiten, yo les explicaré todo —dijo Son Gokuh, atrayendo sobre sí la atención de todos los presentes—. Como pueden ver, así estoy normalmente —Cerró los puños, se inclinó ligeramente hacia delante y sus ojos se tornaron azules. Entonces sucedió. El cabello negro de Son Gokh se volvió rubio en un instante y se alzó por encima de su cabeza. Finalmente una poderosa aura de energía dorada envolvió por completo al guerrero. Aquellos capaces de sentir la energía de los seres vivos quedaron impresionados al instante.

         —¿Qué demonios? —fue lo único que alcanzó a murmurar Cadmio.

         —Este cosmos es realmente poderoso —musitó Mu de Aries.

         —Que transformación tan increíble —observó Uriel.

         —Ahora me he transformado en un súper saiya-jin —declaró Son Gokuh mientras el aura que lo cubría seguía rielando con fuerza—. Mi hijo Gohan, Trunks y Vejita también son capaces de transformarse en súper saiya-jin.

«Es increíble», pensó Piccolo mientras observaba a Gokuh con atención. «Después de revivir con las Esferas del Dragón, el poder de Gokuh aumentó bastante. ¿Acaso estará cerca de alcanzar a Gohan?».

         Aunque su rostro no reflejaba emoción alguna, lo cierto era que Azmoudez estaba igual de sorprendido que los demás. El poder que tenía Son Gokuh era asombroso y rebasaba el suyo propio con facilidad. Sin duda aquel guerrero saiya-jin sería un poderoso aliado en la lucha contra N´astarith y los Khans.

         —Incrementó su poder de pelea en tan sólo un instante —masculló Asiont—. Su aspecto físico también sufrió un cambio tras esa expulsión de energía —hizo una pausa mientras meditaba y enseguida añadió—: Ahora entiendo todo, los Khans pensaron que Gohan era el Guerrero Káiser debido a su repentino cambió de apariencia.

         —¿Qué dices? —preguntó Kurinrin—. ¿S-Su cambio de apariencia?

         —De acuerdo con la leyenda, el Guerrero Káiser cambia el color de su cabello cuando utiliza sus poderes al máximo. Seguramente los Khans imaginaron que la transformación de Gohan era un indicativo de que éste era el guerrero de la leyenda.

         —¿De verdad? —preguntó Son Gokuh—. ¡¿Y ese Káiser de verdad es fuerte?!

         —Eso se dice, aunque la verdad nunca he sabido que alguien lo haya visto alguna vez. Supuestamente, el Guerrero Káiser utiliza la fuerza del aureus para luchar y eso es lo que lo hace invencible. Las chispas que el Creador dejó cuando creó la Existencia se encuentran dispersas en el Universo de la Emanación y sólo encontrarlas con ayuda del Portal Estelar y las doce gemas. Los Khans poseen parte de estas chispas en sus cuerpos y por ello han conseguido aumentar el poder de sus auras.

         —¿Quieres decir que los Khans utilizan el aureus para acrecentar el poder de su cosmos y elevarlo por encima de nuestros poderes? —preguntó Aioria con asombro—. Sin embargo, eso no aclara todas nuestras dudas. Por ejemplo ¿por qué no podemos percibir la presencia de Tiamat?

         Saulo llevó la mirada hacia el Santo de Leo.

         —Cuando un ser vivo entra en contacto con el aureus, su aura sufre una evolución y se va volviendo mucho más poderosa. No obstante, la leyenda afirma que hay guerreros capaces de controlar el aureus de una manera excepcional y entonces el aura de esos guerreros empieza a transformarse en aureus. La razón por la que no podemos percibir la presencia de algunos de los Khans es porque han podido evolucionar sus auras para empezar a convertirlas en aureus.

         —Ya entiendo —conjeturó Zacek—. Dado que el aura de Tiamat se ha transformado en aureus es natural que no podamos sentir su presencia ya que nosotros nos tenemos ese tipo de poder.

         —No, Zacek —Casiopea meneó la cabeza—. Sí el aura de Tiamat ya se hubiese transformado totalmente en aureus, entonces él se habría convertido en un Guerrero Káiser. Los Khans pueden manipular la fuerza del aureus, pero no completamente.

         Gokuh hizo que el aura dorada que recubría su cuerpo se desvaneciera, aunque el color de su cabello continuó siendo rubio. La sola idea de enfrentar a guerreros tan poderosos lo hizo emocionarse como un chiquillo a quien le han prometido un obsequio.

         —¡¿De verdad son tan fuertes?! ¡¡Yo quiero pelear con ellos!!

         Cadmio alzó una ceja.

         —¿Quieres pelear con ellos? —murmuró con un marcado tono irónico—. Jum, se nota que no conoces a N´astarith. Él es el ser más despiadado de esta galaxia y no se detendrá ante nada para conseguir sus objetivos.

         —No me malinterpretes —replicó Son Gokuh—. Estoy consciente de que esos sujetos son extraordinariamente fuertes, pero lo que sucede es que a mí me emociona mucho pelear contra seres más poderosos que yo.

         —¿Y qué tan fuerte es ese hombre llamado N´astarith? —dijo una voz que venía desde la entrada. Era Kanon, que había llegado de improvisto seguido por Sailor Galaxia y Sailor Pluto.

         Asiont observó que Kanon portaba una armadura como la de los Santos Dorados e inmediatamente dedujo que éste también pertenecía a aquel grupo de guerreros. Sin embargo, hubo un detalle adicional que llamó poderosamente su atención: el aura de Kanon era una de las más fuertes que había sentido entre los guerreros de Saori.

         —Kanon, que bueno que contamos con un compañero como tú —le dijo Seiya.

         El Santo de Géminis le dirigió una vaga mirada y luego pasó de largo.

         —Le juré fidelidad a la diosa Atena, pero eso no significa que seamos compañeros. No malentiendas las cosas, Pegaso. —Se detuvo frente a Asiont y dijo—: Dime, ¿qué tan poderoso es ese hombre llamado N´astarith? ¿Acaso es tan fuerte como un dios?

         —¿Cuál es tu nombre? —le preguntó Asiont, frunciendo el entrecejo.

         —Soy Kanon de Géminis.

         —No te había visto antes, yo soy… .

         —Aún no has respondido a mi pregunta —le interrumpió Kanon con un tono áspero.

         —N´astarith es más poderoso que todos los Khans que hemos visto —explicó Asiont, un tanto molesto por la actitud de Kanon—. Sólo así se explicaría que él controle todo el imperio de Abbadón.

         —Sin embargo, necesita de esas gemas para tener más poder, ¿no es así?

         —Es correcto, él busca las gemas para controlar el aureus y convertirse en una especie de dios. Según la leyenda, quien controle la fuerza del Portal Estelar podría transformarse en ser omnipotente.

         —Entonces debemos impedir que se apodere de esas gemas y luego acabar con él —Lo había expresado como la cosa más natural del mundo, la más obvia.

         —Claro —se burló Eclipse—. Nada más le damos crank a los malos y ya. ¿Cómo no se nos había ocurrido antes?

         —Pero ¿cómo los venceremos? —preguntó Hikaru con vehemencia—. Sus armaduras los hacen inmunes a los ataques mágicos y aún cuando pudiéramos destruirlas, ellos aún poseen poderes increíbles.

         —Tal vez sean muy poderosos —dijo Seiya, rehusándose a darse por vencido—. Pero Shiryu pudo derrotar a uno de esos tipos a pesar de todo. Debemos desarrollar la fuerza de nuestros cosmos para vencerlos.

         —Es verdad, amigos —convino Asiont para apoyar a Seiya—. Antes de que N´astarith empezara a reunir las gemas, Astrea eliminó a Lilith y más tarde yo pude vencer a Sepultura mientras combatía en el universo de las Sailor Senshi.

         Saulo volvió la mirada hacia su amigo. No podía ser verdad.

         —¿Tú derrotaste a ese infeliz? —le preguntó sin ocultar su asombro—. No me habías dicho nada.

         Asiont se encogió de hombros.

         —Casi no hemos tenido oportunidad de hablar, ¿lo recuerdas? La última vez que nos vimos estabas muy ansioso por llevar a juicio a Jesús Ferrer y te olvidaste de todo lo demás.

«Así que Asiont logró vencer a un Khan», pensó Cadmio. «No tenía idea que de que hubiese incrementado tanto sus poderes. Ya no es el debilucho de antes, ahora se encuentras más o menos en mí mismo nivel. Eso significa que logró encontrar a Aristeo y lo convenció de que lo volviera a admitir».

         —Lo primero que debemos hacer es impedir que N´astarith obtenga las gemas faltantes —sentenció Kanon—. ¿Cuántas gemas estelares ha logrado reunir hasta este momento?

         —Veamos —murmuró Ranma en tono pensativo—. Todos somos de diferentes universos, así que N´astarith debe tener más o menos nueve.

         —De hecho tiene ocho nada más —precisó Lance—. Nosotros tenemos dos en nuestro poder gracias a los esfuerzos de Jesús Ferrer y de Eclipse. Sólo quedan dos gemas más por buscar. Sí lográramos encontrarlas primero, tendríamos una clara ventaja sobre N´astarith.

         —N´astarith es muy astuto —dijo Azmoudez—. No será fácil adelantarnos a sus planes. Recuerden que los científicos de Abbadón ya lograron eliminar los residuos de ondas trans-warp que nos permitían seguir a los Khans hacia los universos donde estaban las gemas.

         Zacek le soltó una sonrisa de confianza.

         —Eso no es problema, con nuestra ayuda pudimos localizar dos de los universos donde había gemas estelares. Sí empleamos el mismo método de nuevo, estoy seguro de que podremos encontrarlas primero.

         Azmoudez puso cara de desconcierto.

         —¿Qué dices? ¿Ustedes pueden localizar las gemas sagradas?

         —Sí —confirmó Shilbalam, dando un paso al frente—. Así fue como Zaboot, Seiya y los demás llegaron al universo de Son Gokuh. Sólo es cuestión de concentrarnos y dejar que nuestros espíritus localicen esos objetos de poder.

         —Impresionante —farfulló Jesús Ferrer, emocionado con la noticia—. No tenía idea de alguien pudiera hacer eso. N´astarith no esperará que encontremos las gemas antes que él y para cuando se percaté de ello, ya será demasiado tarde.

         Saulo puso cara de disgusto. Sí había algo que no toleraba era tener que aceptar que Jesús Ferrer lucharía junto con ellos. Encontraba la idea por demás descabellada. No obstante, sabía que, contrario a sus deseos, el derrotar a N´astarith era más importante que una simple venganza. No había opción.

         —Debemos encontrar los universos donde están las últimas gemas —dijo Dohko de Libra—. Luego buscaremos la manera de enfrentar a N´astarith y a los Khans —hizo una pausa y se volvió hacia Zacek y Uller—. ¿Podrían localizar esos universos y ayudarnos a llegar hasta allí?

         —Aguarden un momento —La voz de Piccolo atrajo la atención de Dohko y de Zacek—. Mientras algunos se ocupan de ir por esas rocas, el resto debemos entrenar para aumentar nuestros poderes y enfrentar a los Khans. Ninguno de nosotros posee la fuerza del aureus, así que sólo nos resta tratar de incrementar nuestros poderes para derrotar a N´astarith.

         —Eso me parece una excelente idea —concordó Cadmio, interesado en la idea de Piccolo—. Podríamos organizar algunos combates y perfeccionar nuestras técnicas.

         De pronto, Asiont dio un paso al frente.

         —Yo quisiera ir por la siguiente gema —anunció—. Saulo debe estar presente en las reuniones del Consejo de Líderes, así que será mejor que se quede ¿Alguien desea acompañarme?

         —Cuanta conmigo para eso —declaró Hyoga enseguida—. La última vez no tuve la oportunidad de enfrentarme a los guerreros de Abbadón y no pienso dejar que eso suceda de nuevo.

         —Yo iré también, Asiont —dijo Areth, ansiosa por enfrentar a los guerreros imperiales.

         —Nosotros trataremos de encontrar las gemas faltantes —dijo Zacek y luego lanzó una mirada por encima del hombro hacia Zaboot, Shilbalama y el resto de los Guerreros Kundalini—. Sin embargo —añadió—, eso puede llevarnos algo de tiempo, así que aprovechen ese tiempo para descansar.

         —¡Perfecto! —exclamó Son Gokuh—. Ahora podremos conocer esa habitación especial y entrenar un poco. Estoy seguro de que pronto podré superar los poderes del súper saiya-jin ordinario.

         Leona se cruzó de brazos y volvió la cabeza hacia la princesa Mariana. Estaba demasiada estresada y lo único que deseaba de momento era olvidarse de todo lo que tuviera que ver con las gemas estelares.

         —¿Podrías llevarnos al lugar que mencionaste? —le preguntó.

         —Claro, cuenta con ello, Leona, la nave debe estar lista para partir

         Armagedón (Sala del trono)

         Reunidos alrededor de una enorme pantalla, N´astarith les mostraba a sus aliados una imagen del planeta Adur. De acuerdo con los reportes proporcionados por los terrícolas, la flota de la Alianza Estelar se mantenía oculta detrás del enorme planeta para evitar ser detectada por las patrullas del imperio. Los espías imperiales infiltrados en la Alianza también les habían dicho que los adurianos empleaban sus radares para prevenir a la flota de cualquier nave imperial.

         —Cuando ataquemos a la Alianza nos aseguraremos de destruir a todos nuestros enemigos de un solo golpe —dijo N´astarith mientras se paseaba frente a sus aliados—. Ellos no esperaran un ataque, así que será fácil tomarlos por sorpresa y acabarlos.

         Ban asintió con la cabeza.

         —Es una buena idea —aprobó—. Pero antes de que lleves a cabo tus planes, me gustaría tratar de atraer a Dai a nuestro bando.

         Tiamat frunció el entrecejo y miró de reojo a N´astarith. Aquella idea era absurda.

         —¿Atraerlo dices? —preguntó el amo de Abbadón con desconfianza—. ¿Qué te hace pensar que ese mocoso querrá traicionar a sus amigos y unirse a ti? Ya antes algunos de mis guerreros le ofrecieron la oportunidad de pelear para mí y la rechazó. Es una apuesta ciertamente difícil.

         Pero Ban llevó su mirada hacia Baran y sonrió.

         —Estoy seguro de que Baran podrá convencerlo de que luché para nosotros. Sí Dai decide pelear para mí, sería un gran aliado en nuestra batalla.

         —Ese mocoso debe morir —sentenció Tiamat, provocando la incomodidad de Ban y de Baran. Para el Khan del Dragón las intenciones de Ban eran bastante obvias: sí Dai se unía al Ejército del Mal y traicionaba a sus amigos, la alianza hecha con N´astarith no tendría ningún caso y Ban estaría en libertad de volver a su universo—. Él jamás aceptará traicionar a sus amigos por ningún motivo.

         —¡Que insolente! —bramó Hadora apretando los dientes.

         —¿Y qué piensas hacer al respecto, monstruo horrible? —replicó Tiamat, pero N´astarith alzó una mano para indicarle que se tranquilizara.

         —Quizás no sea tan mala idea después de todo —siseó N´astarith mientras un oficial de la armada abbadonita se acercaba a Mantar para susurrarle al oído—. Sí ese chiquillo traicionara a sus amigos, sembraríamos la semilla de la desconfianza entre los guerreros de la Alianza Estelar. Me parece un plan interesante, Ban, aunque corres el riesgo de enfrentar a los nuevos amigos de Dai.

         —Mi señor —dijo Mantar, aproximándose a N´astarith—. Uno de nuestros agentes nos ha informado que algunos de los aliados de la Alianza planean bajar al planeta Adur y ese mocoso está entre ellos. Esta podría ser una excelente oportunidad para que los guerreros de Ban actúen sin interferencia.

         —Bien pensado, Mantar —repuso N´astarith con una sonrisa—. Avisa a Zocrag que prepare el Portal Estelar para transportar a los guerreros de Ban hacia el planeta Adur. La suerte está de nuestro lado y debemos aprovecharla.

         El Rey del Mal miró a N´astarith con suspicacia por algunos segundos tras los cuales giró la cabeza hacia Baran. La actitud adoptada por el emperador de Abbadón lo había dejado un tanto confundido. ¿Acaso N´astarith era más lento de mente que Tiamat o es que tenía algún tipo de plan en mente? Fuera como fuera, tenía que andar con mucho cuidado.

         —Recuerda, Baran, sí Dai no acepta unírsenos debes matarlo.

         El Caballero del Dragón bajó la cabeza.

         —Así se hará, rey Ban.

         N´astarith reprimió una sonrisa. Sabía que no ganaba nada con impedir que aquel hombre llamado Baran fuera en busca de Dai y al igual que Tiamat, conocía de antemano las intenciones ocultas de Ban. Pero, por otra parte, sí el plan fracasaba, entonces podría minar la moral de los líderes del Ejército del Mal y comprometerlos aún más en la batalla contra la Alianza Estelar. La apuesta era elevada, pero N´astarith estaba dispuesto a jugársela.

         Astronave Churubusco (Sala de entrenamiento)

         Mientras Vejita entrenaba dentro de una habitación bajo una gravedad de doscientos ges y una temperatura de cien grados Celsius, Yamcha y Ten-Shin-Han realizaban un impresionante combate en otra sala. Desde la plataforma de observación, las Sailor Senshi observaban todo en compañía de Ranma, Moose, Astroboy, Shampoo, Ryoga, Trunks, Gohan y Gokuh. Los Santos Dorados, Sailor Galaxia y Saori habían decidido quedarse con los Kundalini en espera de que estos localizaran las gemas estelares y los Celestiales estaban celebrando una reunión en privado.

         Astroboy no podía creer que existieran humanos con las habilidades que mostraban los Guerreros Zeta y los Caballeros Celestiales. A lo largo de su existencia había tenido la oportunidad de conocer robots con grandes poderes, pero lo que estaba viendo rebasaba todas sus expectativas.

         —La forma en que ese hombre llamado Vejita se mueve es increíble —masculló.

         —Tengo que admitir que, aunque es un presumido, realmente es muy fuerte —murmuró Ryoga sin perder detalle del entrenamiento de Vejita—. Jamás había visto que alguien peleara con esa velocidad.

         —Deja de decir tonterías, Ryoga —dijo Ranma, con expresión de enfado, mientras se recostaba sobre el enorme sillón donde estaba sentado—. Ese tipo sólo es un bravucón.

         —Pues yo creo que tiene cierto atractivo —murmuró Sailor Venus, causando que todos la miraran con los ojos bien abiertos. Cuando se dio cuenta de las impresiones de los demás, la Sailor Senshi soltó una risita nerviosa—. Bueno, bueno, tampoco es para tanto.

         —¡Bah! —exclamó Sailor Mars—. Los hombres sólo sirven para dar problemas.

         —¡Oye! ¡Las mujeres tampoco son perfectas! —contraatacó Ranma.

         —No estoy de acuerdo, Mars —intervino Minako alzando un dedo—. Los hombres sirven para muchas cosas. Por ejemplo, cuando una chica hace sus compras en un centro comercial, los hombres son muy buenos para cargar los paquetes.

         —Que graciosa —dijo Ranma, entornando la mirada.

         —No necesito que un hombre cargue mis paquetes —murmuró Sailor Mars—. Yo puedo hacerlo sola, aunque la idea de que un hombre haga esa labor es tentadora.

         En ese momento, la puerta de entrada de abrió para dar entrada a Tuxedo Kamen.

         —Ma… Eh, Tuxedo Kamen —dijo Sailor Moon apenas lo vio—. ¿En dónde estabas?

         Tuxedo Kamen tomó asiento en uno de los sillones antes de responder.

         —Acabo de ver a la princesa Mariana y me pidió que les dijera que Sailor Pluto, Sailor Saturn, Dai, Poppu, Leona, Kurinrin y algunos más iban a acompañarla para conocer el planeta Adur. Parece que iban a recoger algunos suministros o algo así.

         —Que envidia —farfulló Sailor Mars—. A mí también me hubiera gustado ir.

         —¿Uranus y Neptune también fueron con ellos? —inquirió Sailor Venus.

         —No —repuso Tuxedo Kamen—. Ellas decidieron quedarse, pero no sé dónde están.

         —Muy típico de ellas —murmuró Sailor Moon—. ¿No lo crees, Jupiter? ¿Jupiter?

         Pero Sailor Jupiter había dejado a sus amigas y estaba caminando hacia la ventana para reunirse con Trunks, quien estaba tan concentrado observando el entrenamiento de su padre que ni siquiera notó el instante en que Sailor Jupiter se acercó a él.

         —Tu padre es bastante fuerte —señaló Makoto.

         —¿Huh? —musitó Trunks, volviendo la mirada hacia la Inner Senshi—. Sí, mi padre es un hombre fuerte, pero también es muy orgulloso —hizo una pausa y giró el rostro hacia la habitación donde estaba Vejita—. A veces quisiera que me dejara entrenar junto con él.

«Parece que Trunks tiene problemas con su padre», pensó ella. «Eso no debería suceder. Averiguaré el motivo por el que no se llevan bien y trataré de ayudarlos».

         Planeta Adur.

         A media día, con el sol brillando en un cielo sin nubes y el viento totalmente encalmado, los herbazales que se extendían al sur de la ciudad más cercana estaban desiertos e inmóviles. Casiopea, No.18 y Kurinrin habían decidido elevarse por los aires mientras el resto se agrupaba a las orillas de un enorme lago cercano. Dai, Leona, Poppu, Hyunkel, Marina, Sailor Saturn, Sailor Pluto, Hikaru, Umi, Fuu y Mariana contemplaban el lugar mientras charlaban entre sí.

         —¡Este lugar es grandioso! —exclamó Kurinrin, maravillado con la majestuosidad del paisaje. Miró hacia las montañas por unos instantes y luego volvió la cabeza hacia Casiopea y No.18—. Oigan, ¿por qué no volamos un poco hacia esa dirección?

         —Me parece una excelente idea, Kurinrin —repuso Casiopea, mostrándose muy animada—. Les enseñaré la ciudad que se encuentra cerca de aquí para que conozcan más sobre este planeta. La gente de por aquí es muy amistosa.

         —Cuenta conmigo —asintió Kurinrin—. ¿Qué opinas de eso, 18?

         —¿Por qué no? —murmuró la androide frunciendo una tenue sonrisa—. Podría haber algo interesante de ver por ahí.

         Mientras No.18 y Kunrinrin se dirigían hacia la ciudad, Casiopea tomó un momento para volverse hacia Mariana y los demás. Por alguna razón tenía el presentimiento de que no debía separarse de los demás, pero, por otra parte, también sentía unas enormes ganas de volar libremente por los cielos.

         —Daremos una vuelta y luego volveremos, no creo que tengan problemas, ¿verdad?

         —Claro que no, ¿por qué habríamos de tener problemas? —repuso Mariana arrugando la frente—. Disfruten de su vuelo y no olviden traernos un recuerdo de su visita por la ciudad.

         Una vez que Casiopea y los demás se perdieron entre las nubes, Mariana se dejó caer de piernas en el suelo y luego invitó a los demás a que hicieran lo mismo. Hyunkel no tardó mucho en imitarla; apoyó su espalda en un árbol cercano y cerró los ojos mientras trataba de descansar un poco.

         —Ah, cuanta paz se respira aquí —dijo Leona, cruzando los brazos sobre su pecho.

         —Es cierto, este es un sitio muy tranquilo —convino Poppu, dejándose caer de espaldas en el pasto—. Estando aquí es fácil olvidarse de N´astarith, las gemas, el Ejército del Mal y todos los demás problemas. Es como estar en casa.

         —Este sitio me recuerda un poco a Céfiro —comentó Fuu mientras sujetaba sus anteojos para limpiarlos con su pañuelo—. Sólo que aquí no hay montañas en los cielos.

         Mientras observaba como el viento mecías las ramas de los árboles, Dai comenzó a pensar en su abuelo Burasu y en todos los monstruos que vivían en la isla Duremin. Empezó a preguntarse mentalmente qué estarían haciendo todos en aquellos momentos y sí se encontraban bien. También pensó en Fuam, Gome y Krokodin.

         —¿En qué estás pensando, Dai? —le preguntó Sailor Saturn de repente.

         —Pensaba en mi hogar —respondió el chico, cerrando los ojos—. Quisiera saber qué están haciendo mis amigos.

         —¿Extrañas mucho a tus amigos, Dai? —le preguntó Hikaru, inclinándose un poco hacia el chico—. No te angusties, te aseguro que todos están bien.

         Dai asintió con una sonrisa. Iba a decir algo cuando de repente varios pájaros salieron volando de entre los árboles. Umi y Fuu alzaron la mirada al cielo. Pero antes de que pudieran abrir la boca, escucharon una voz que provenía desde la orilla del lago.

         —No deberías preocuparte tanto por tus amigos, Dino —dijo Baran, avanzando hacia donde estaban todos—. Es hora de que terminemos el asunto que dejamos pendiente hace tiempo.

         Dai abrió los ojos por completo debido a la impresión. Hikaru y sus amigas realizaron un rápido intercambio de miradas mientras se preguntaban mentalmente quién era ese sujeto y lo más importante: ¿qué es lo que quería de ellos? Hotaru, por su parte, notó que Dai estaba como hipnotizado, así que lo tomó del hombro para atraer su atención.

         —Dai, ¿quién es ese hombre? ¿Lo conoces?

         —Él es el líder del ejército de los dragones —alcanzó a murmurar Dai sin dejar de observar a Baran—. Es uno de los hombres del Ejército del Espíritu del Mal.

         —¿El Ejército del Mal? —musitó Hikaru y su mirada tembló—. ¿Significa que viene de tu mundo, Dai? Pero, ¿cómo es eso posible?

         Sin dominar del todo el terror y la conmoción que la presencia del líder del ejército de los dragones le causaba, Leona cerró un puño y lo agitó con fuerza en el aire.

         —¿Cómo llegaste hasta aquí? ¡Responde!

         Baran la miró con absoluta indiferencia.

         —Eso es algo que no les concierte a ninguno de ustedes —replicó el Caballero del Dragón con desdén—. Háganse a un lado y no se interpongan en mi camino. He venido por Dino y está vez nada me impedirá que me lo lleve. No toleraré más su interferencia.

         De pronto tres enormes y monstruosos dragones aparecieron en escena. Uno llegó volando desde los cielos, otro salió de entre las aguas del lago y el tercero surgió de la tierra en medio de un poderoso estruendo. Sobre el lomo de cada dragón había un guerrero. Se trataba de los temibles Guerreros Dragón de Baran.

         —Soy Garudandei, el guerrero de los Cielos —anunció el guerrero que montaba al dragón volador, el cual tenía forma de una enorme serpiente—. Entreguen al hijo de Baran o sufran las consecuencias.

«¿El hijo de Baran?», pensó Mariana, volviendo la mirada hacia Dai. «Ese hombre es el padre de Dai y ha venido por él».

         —¡Que necedad! —exclamó Poppu—. ¡Dai no irá a ninguna parte!

         Dai se puso de pie rápidamente. Sabía que algún día tendría que toparse nuevamente con Baran y el Ejército del Mal, pero no esperaba hacerlo en ese lugar, ni en ese momento. Instintivamente, apretó los puños y los dientes con desesperación. Si Baran creía poder derrotarlo fácilmente, entonces iba demostrarle lo equivocado que estaba.

         En los cielos, unas enormes nubes negras empezaron a cubrir los cielos lentamente mientras el viento agitaba las copas de los árboles con fuerza. Algunos truenos resonaron en las alturas como sí la naturaleza anticipara la terrible batalla que estaba por comenzar.

Continuará… .

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