PPI17-I

Pasado Presente e Incertidumbre Inmortal

Por. Ailad


Esta es una continuación no oficial del Fanfiction

Pasado, Presente e Incertidumbre.

Julian Soullard.

Si deseas visitar el sitio de la autora dirígete a:

https://www.fanfiction.net/s/12323924/1/Pasado-presente-e-incertidumbre-Inmortal

Ella ha dado permiso para poder publicarla en nuestra página.


Aquí estoy con la tercera actualización, espero que no se lleven mucha sorpresa por el desarrollo de este capitulo, veo por sus RR que esperan que el viaje tenga una dirección, pero les dejaré este extracto del fic de Julian.

«Tendremos que encontrar un modo de introducirnos en sus dominios por nuestra cuenta.»

«Seguro . . . ¿alguno de ustedes tiene alguna maquina interdimensional de
tiempo?» Rei pregunto sarcásticamente.

«Creo saber quien tiene una.» Ami respondió.

«Ami, sólo bromeaba.» Explico la sacerdotisa.

» Sí, pero yo no.» la genio le mencionó.

Capítulo 14.



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Capítulo 17

Un brinco entre dimensiones.

Desde que tenía el poder de cruzar de dimensión en dimensión, de cerrar los puentes por los que otros seres, como él cruzaban, sólo el tiempo había sido su mejor aliado. Ni él mismo recordaba cuanto tiempo había pasado desde entonces. Subir al trono de Dominia le había significado mucho, más de lo que en un principio pensó que sería.

Como en muchas de las monarquías existentes en el universo y sus paralelos, subir al trono era algo fácil y rápido, sólo había tenido que esperar a matar a su padre sin ninguna complicación y eso sólo le había bastado unos pocos años de edad.

El tiempo había sido su gran legado, heredado por la muerte.

Ahora sin embargo, ya no podía recordar cuál era su edad verdadera, pero a final de cuentas, la edad poco importaba, era un tema insignificante para él, incluso para los Amos del mañana. Sorin, Arlakk y el mismo Eron se llevaban varias vidas por delante. En él, en el gran y poderoso Kyristian Amo de Dominia, el tiempo era un subordinado más bajo las suelas de su calzado.

El tiempo, más que la vida misma, le permitía conquistar todo lo que se proponía, más aún, le daba el lujo de tomarse largas estadías en concretar sus planes, lo disfrutaba.

Sí, lo disfrutaba.

Se tomaba el tiempo, incluso disculpaba los errores de sus subordinados, en pos del beneficio de aprendizaje, no es que él fuera condescendiente, es que llegar y tomar todo de un sólo golpe le resultaba aburrido. Y después de toda esa larga vida, el aburrimiento era algo que llegaba a acumularse casi tan rápido como el poder en sí mismo.

Manipular el tiempo a su antojo permitía conocer y tomar provecho de lo mejor que los mundos conquistados tenían para ofrecer. Tecnología, magia, lujos, esferas de esencia, e incluso mano de obra. Aunque pocas veces se presentaba la oportunidad de rivalizar con alguien, antes de tomar el control por completo. Eso era lo más interesante.

Justo como ahora.

En un principio, que la guardiana del tiempo se escapara de su prisión no le había supuesto problema alguno, su esfera de esencia terminaría por incrementar sus fuerzas a su debido tiempo. Su sorpresa fue al principio encontrarla, en su indescifrable existencia, pocas veces se sucedía toparse con seres que tuvieran alguna relación con el tiempo. Toparse con personas que tenían visiones del futuro era algo usual, pero la guardiana no sólo poseía esa habilidad, poco fiable en su opinión, sino que tenía el poder de controlar el tiempo también, muy probable a costa de su propia vida y lo que era peor, ella era más grande. De una edad que poco podía compararse a la de él. Era una vieja.

Eso era lo que le molestaba, porque con el tiempo venía la sabiduría, vivir no era en balde. Y él no había previsto su movimiento. Había desechado como siempre sus lecturas de futuro, tan precarias en él y tan sugestivas en ella. Era inconcebible que se hubiera adelantado a él. Eron al final le había llevado la respuesta.

En aquel pedazo del universo, tan indistinto al resto, rodeado de estrellas y galaxias a lo lejos. El polvo estelar, fragmentos de tierra tan microscopios, eran la única evidencia de la antigua existencia de aquel planeta. Plant, Vegeta-sei, como el tiempo en su capricho quisiera llamarlo.

No.

Ya no existía, no.

El planeta dejó de existir, había explotado, o algo o alguien lo habían destruido. Un agujero negro mermaba lo último que queda de él enviándolo a un lugar desconocido y sin importancia. La raza sayajin debería estar extinta, no mucho tiempo atrás. Después de todo él había recibido la noticia no hace mucho tiempo, relativamente. Si podía recordar.

Al final no tuvo la oportunidad de estudiar el planeta. Su atención se había puesto en otros planetas más ricos que aquella árida tierra. O mejor dicho, en planetas de otras dimensiones, para ser precisos ésta nunca había sido de su agrado, había sacado a Dominia en cuanto obtuvo el poder de hacerlo.

En conclusión, un montón de simios era más una pega que un ingreso. Lo que lo llevaba a otra cosa. Si el defensor, que se hacía llamar Súper Sayaman, es un sayajin, entonces la raza entera no se había extinto. Para su mala suerte desconocía el paradero de otros como él… lo que tampoco era un inconveniente.

Estaba seguro de que éste era el lugar correcto, la tierra correcta, la dimensión correcta. Había seguido el rastro y sorpresa se había llevado.

Probablemente había otros sayajins en otras dimensiones o en su defecto en otra realidad o en otro tiempo, pero no en esa tierra de donde era habitante Sayaman.

Una tierra seca, vacía. Carente de tecnología, magia, gobierno e incluso vida. La tierra de Sayaman estaba casi extinta a comparación a la otra tierra, a Tokio que, si cabía decir, está sobrepoblada.

En sí, era una tierra infértil, para él, una tierra que no valía la pena ser conquistada.

El fulgor purpura llenó sus ojos al ver el basto universo frente a él. Su largo viaje una pérdida de tiempo. Emprendió el regreso con parsimonia, viajar por el espacio-tiempo, de la manera en que él lo hacía, era cansado.

Sus sentidos parecieron encender una luz más profunda en sus ojos.

«¡Esa maldita mujer!».

Ella o algo, una vez más, se había colado ante sus candados. Una vez más se introducía en sus antiguos dominios. El fastidio regresó a él, deshacerse de ella era un cometido a la brevedad.


Dejó la llave de tuerca sobre la mesilla de trabajo. Se sentó a un lado, en la silla giratoria, junto a la computadora.

Observó su creación. Luego tomó la cajetilla de cigarros, extrajo uno y lo encendió. Dio la primera calada, lo retiró de sus labios y exhaló el humo. Luego repitió el mismo movimiento.

Su cabeza había estado llena de pensamientos las últimas semanas. Ella no era de las mujeres que se quedaban con los brazos cruzados.

No. Nunca.

Incluso, cuando el muchacho se había marchado al pasado, ella no se había sentido así. Sabía que él era terco, impulsivo, orgulloso, no de la misma manera que su padre, valeroso al fin, como ella y, había creído que responsable.

Estaba molesta, sí.

¿Pero a quién engañaba? Trunks había cargado con una enorme responsabilidad en sus hombros y lo seguía haciendo. Incluso ella sabía que él era la única esperanza de esa tierra, antes de que el mismo Gohan muriera.

Y ella lo había aceptado, lo había enviado al pasado en pos de salvar a otros, lo había entregado a sabiendas de que las cosas podrían ir mal. Del terrible dolor que le causaría y lo terrible que había sido el regresar e intentar cambiar las cosas en su mundo.

Y él había regresado, no una, sino tres veces, pero no había regresado el mismo. Sus viajes en el pasado lo cambiaron y, ahora ella, se daba cuenta de que lo qué fuera que pasó, en la otra dimensión, también lo había cambiado.

Esta vez la incertidumbre no era igual que las otras. Ella era fuerte, había atravesado por situaciones peligrosas sin perder la cabeza, pero ahora no estaba dispuesta a perderle. Trunks ya había sangrado mucho por su mundo, le había traído paz y ahora hacía frente a sus errores.

Porque sí, era responsable.

Quizás no a sus 17, pero ahora sí. Él era lo único que tenía y saber el pasado salvado le hacía sentir que su cometido estaba hecho. Por eso… esta vez no.

Apagó el cigarrillo en el cenicero y se levantó. Tomaría un baño, un largo baño, después de todo cabía la posibilidad de que su cuerpo simplemente explotara.


Una vez más la máquina del tiempo lo llevó a ese lugar donde parecía que eran engullidos por unos enormes intestinos. Pasaban a través de aberturas y aberturas y nunca parecía terminar.

Y sí, hacía calor, como siempre.

Sin embargo Trunks no pudo dejar de notar que las entradas a las aberturas tenían una especie de velo blanco, que nunca antes había notado. Quizás era ese sello que impedía que otras dimensiones conectaran con la de las scouts.

Sailor Mercury no se había dejado emocionar por todo lo que pasaba ante sus ojos, porque simplemente era mejor registrarlo por medio de su visor y su computadora. En cambio Ranma no dejaba de ver a todos lados, si bien todo era casi igual, no era tan aburrido como cuando viajó con Sailor Plut. Trunks sólo iba concentrado en el camino.

La máquina del tiempo era la primicia que Mercury había encontrado para cruzar y quizás tener algo de tiempo antes de ser detectados. Sailor Plut ya no podía hacerlo, no sin arriesgarse a que, quien estuviera detrás de los Amos del mañana, la atrapara otra vez, pero Trunks dudaba que sólo de limitara a eso.

De pronto entraron por un enorme túnel, más grande que otros y, un momento después, estaban sobrevolando una enorme ciudad que estaba llena de enormes edificios también. Mercury, Ranma y Trunks elevaron la vista y vieron en el cielo, iluminado por un sol púrpura, la ciudad de Tokio de cabeza sobre ellos.

—Es justo como dijiste… —dijo Trunks al buscar su departamento y verlo de cerca.

—Es un encantamiento —dijo Ami, e inmediatamente regresó a su computadora.

—No tenemos tiempo. ¿A dónde? —apremió Trunks.

Ranma se levantó como pudo, en el escaso espacio y echó un ojo por todo el lugar, menos mal que él no era Ryoga. Había pasado mucho tiempo huyendo en esas calles y aun así era algo casi imposible reconocerlo todo.

—Hacia allá —decidió al fin y Trunks avanzó a la velocidad del sonido.

Se detuvo un segundo después y Ranma sintió un gran gozo al reconocer el edificio al cual se había colado en su anterior «visita».

—Es ése de allí.

El edificio parecía salido de una película de ciencia ficción, era más que altísimo, y ahora, Ranma se daba cuenta de que era interminable.

—No será fácil… —dijo Mercury, sin quitar su vista de su computador.

Trunks nunca había visto trabajar a Ami a tal velocidad, su frente comenzaba a sudar y se mordía el labio inferior con aprensión. Por un momento le recordó a su madre.

—Listo, creo que sólo tendremos tres minutos, si no es que menos.

Bajaron volando, Trunks guardó la máquina del tiempo en su cápsula y Son Goku cargó con Mercury. Sobrevolaron un breve momento hasta que alcanzaron una alta ventana. Bajaron al techo y Trunks se brindó a quebrarla para colarse dentro. Una vez adentro caminaron por un pasillo que desembocó en otro sin paredes, que a su vez era un puente conectado a otro, y éste a otro y así, hasta que la vista se perdía. Y bajo sus pies estaban las enormes naves que Ranma había visto. Mercury perdió la concentración ante lo que sus ojos veían y le pareció una visión terrorífica.

—Con todas esas naves, podrían conquistar la tierra…. —musitó más para sí, la Sailor.

«… Mi Amo sólo quiere tener un poco de diversión… Creo que sería bastante aburrido si simplemente se apareciera y ganara, ¿no lo crees?…».*

Trunks sintió que su corazón se encogía levemente, recordando las palabras de Arlakk, y tembló por dentro, al recordar a su propia tierra desolada, asesinada, conquistada bajo los androides. Arlakk podía tener razón, apretó los puños bajo la ira que crecía en él.

Mercury se hundió en su computadora y comenzó a recabar información antes de ser detectada. El tiempo corría rápido. El nuevo Son Goku y Sayaman montaban guardia mientras la Sailor trabajaba. Ya había bloqueado el sistema de seguridad, pero una vez dentro sólo era cuestión de tiempo que los detectaran. Si no es que ya lo habían hecho. El sistema era bastante complicado, estaba en el límite de su capacidad, sin embargo, ella nunca se daría por vencida. Una pequeña sonrisa se formó en su rostro cuando burló el sistema y comenzó a descargar toda la información que podía. Los planos, funcionamiento de la ciudad y, por supuesto, los pormenores de las enormes naves bajo sus pies. Eso era un casi éxito.

De pronto se topó con un archivo lleno de seguridad, al momento una alarma se activó. Sayaman y Son Goku vieron empezar a parpadear luces rojas y azules en cada lugar de los pasillos y bajo ellos, hacia lo lejos, creando la sensación de ser estrellas de una galaxia extraña.

—¡Nos descubrieron! —gritó Son Goku, tras su máscara.

—¡Súper Sayaman! —Saltó Mercury de donde estaba sentada y se hizo escuchar sobre el ruido de las sirenas —¡La matriz está a seiscientos kilómetros! —dijo apuntado al frente.

Sayaman le lanzó la capsula a Son Goku y despegó a su súper velocidad. Él y Mercury emprendieron la huida, corrieron de regreso por donde entraron, pero al salir por la ventana, Son Goku sintió que era golpeado en el hombro, se barrió por el suelo y el dolor punzó en cada fibra de su cuerpo.

—¡Burbujas de Mercurio! ¡Congelen!

Mercury realizó su ataque en el instante en el que Son Goku salió del rango. El ataque chocó contra un robot humanoide de vestimenta oscura que cargaba un rifle, con el que había herido a Son Goku, y se congeló al instante.

—¡Rapsodia acuática de mercurio!

Y la máquina estalló.

—¿Te encuentras bien? —socorrió a Son Goku.

—Estoy bien, vamos —dijo al ponerse de pie. Dejó caer su brazo malherido, otra vez—. Tenemos que abrir la máquina —Y arrojó la capsula al suelo del techo y después de un poco de humo la máquina salió.

—Rápido, adentro —dijo Mercury.

Ambos subieron a la máquina, ella se puso al volante y despegó hacia el cielo, pero apenas hubo subido un par de metros cuando un puñado de robots los rodeó.


Mientras tanto Trunks había llegado al lugar, o al menos creyó que era el lugar del que Mercury le había dicho. Ahí, había una esfera dorada de energía enorme, despedía una luz que le hizo entrecerrar los ojos un momento. En ese lugar había un alto barullo, Trunks veía siluetas moverse bajo la luz de la esfera.

Eran personas, las siluetas eran personas. Aquel lugar estaba lleno de personas que corrían de un lado a otro, seguramente por su intrusión y, en medio de todas esas personas, ya mirándolo, como si lo hubiera estado esperando todo ese tiempo, estaba Sorin.

Trunks conectó su mirada a la de la androide, vacía y fría, por un momento.

Trunks recurrió a reunir la mayor energía posible durante ese segundo y lo dirigió a la esfera. Para su sorpresa la esfera lo repelió y el choque resultó en un gran estruendo, la gente reanudó su correr, esta vez fuera del lugar.

Sorin por fin se elevó hacia él, cargando con su maldito rifle de asalto.

«Esta vez no» pensó Trunks.

Y en el justo momento en el que ella disparaba el rayo, Sayaman se movió aprovechando el espacio abierto que dejaba esa acción, desactivando su campo de fuerza. El golpe que arremetió mandó a volar a la androide de regreso al piso. Se elevó más y comenzó a disparar esferas de energía a diestra y siniestra. Un momento después la energía acumulada hizo estallar el lugar. Un sonido ensordecedor, que crecía y crecía, se escuchó el ruido de una fractura y entonces las naves que estaban alrededor empezaron a explotar.

El plan había dado al menos un fruto.

El fuego se elevó hasta el techo del enorme edificio, Trunks comenzó a volar alejándose de él y de las naves que explotaban una tras otra. Volteó a su derecha y, como había supuesto, Sorin le seguía en el aire, había perdido su fastidioso rifle e intentaba darle alcance, a pesar de que cada explosión subía hasta ella y Trunks la perdía de vista por un momento entre el humo y el fuego. Él ya contaba con eso, él tampoco daría marcha atrás.

Voló de regreso, en una rápida pirueta y lanzó varios ataques que Sorin evadió sin ningún problema. Trunks pensó rápidamente que el enfrentamiento mano a mano no sería eficaz contra ella debido a su escudo protector.

Una explosión los alcanzó, Trunks elevó su nivel de pelea para que su cuerpo resistiera, los enormes trozos de la nave volaron a su lado, sin embargo Sorin había estado en medio de la explosión en el momento de ésta y ahora, que su vista estaba nublada, no podía verla, y claro, tampoco sentirla.

En cambio Sorin, gracias a su visión sobre humana, no lo perdió de vista, pero sí tenía otro problema.

«Escudo de protección inestable, condición climática inadecuada —Pensó, mejor dicho su cerebro-computadora avisó—. Oponente vivo, con superioridad a nivel de pelea mano a mano».

Si a Sorin le hubiera importado maldecir, en ese preciso momento lo hubiera hecho.

Trunks estaba planeando su estrategia, quería terminar con esa androide de una buena vez y por otro lado quería salir de ese infierno para ir al encuentro de Mercury y Son Goku, pues sentía sus energías fluctuar a lo lejos. Se decantó por lo primero.

Elevó su ki y lanzó una ráfaga que dispersó por espacio de menos de un segundo la visión. La androide se movió velozmente hacía otro lugar, lo suficiente para que Trunks la viera, lo suficiente también para que ella dispara un misil desde el interior de su cuerpo.

Eso sorprendió a Trunks, no había imaginado que ella cargara con ese tipo de artimañas. Lo desvió con su mano, el misil se impactó contra el techo. Bufó por eso y por el abrasivo calor que sentía. Las gotas de sudor perlaban su rostro y la ropa se le pegaba al cuerpo.

Se colocó en posición y elevó una mano al cielo, su otra mano en puño, su codo pegado a la cintura.

—¡Kienzan!

Sobre su mano se formó un disco de energía, una técnica tan característica de Krilin, pero esta vez, al lanzarlo contra la androide, se dividió en dos. Los discos salieron girando en el aire intentando interceptar al enemigo, pero Sorin no hizo más que moverse de un lado a otro evitándolos. En última instancia voló al techo y los hizo colisionar contra él, ambos discos lo perforaron como un cuchillo a una fruta.

Sorin regresó el ataque, sacó un cañón de su antebrazo y disparó un rayo láser a Trunks. Que él también evadió.

Y cayó en la cuenta.

Sonrió de lado y Sorin no hizo más que ponerse en posición de ataque. Había descubierto su grave problema: ya no tenía el escudo. Con una velocidad tremenda colisionó cuerpo a cuerpo. Comenzaron a moverse tan rápido que pronto alcanzaron las explosiones. Sin embargo el pequeño intercambio de golpes se interrumpió cuando Trunks la interceptó de un brazo y la lanzó, hundiéndola con fuerza, al interior de una nave. El fuego se elevó de nueva cuenta. Trunks se movió hacia el borde del techo y sintió la humedad del agua que caía del sistema contra fuego. Pero la devastación era monumental y el fuego evaporaba en un instante la brisa que caía.

Trunks dudaba haber acabado con la androide, pero tenía que regresar con Mercury y Ranma. Así que atravesó el techo y salió a toda velocidad.


Cuando los minutos transcurrieron, nadie se alarmó, cuando se cumplió la media hora, Moon se desesperó, como siempre, pero cuando las horas pasaron y Mars dejó de calentar el té, y Moon perdió el gusto por las galletas, todos estaban preocupados.

Júpiter caminaba de un lado a otro.

—Menos mal que el abuelo y Nikolas están fuera —dijo Mars como un suspiro.

—Sí… —musitó Venus, sentada a su lado en la mesa. Mientras veía a Júpiter en el centro del patio, iluminada por la luna y la escasa luz de las farolas, frotándose las manos, inconforme.

—Ya han tardado demasiado —dijo Júpiter girándose a verlos— Trunks dijo que regresarían en unos cuantos minutos y llevan horas.

—Sailor Plut dijo que ellos deben de estar bien —dijo Tuksedo Mask tratando de reconfortarla y miró a la guardiana de reojo.

Moon hizo un mohín a su lado y cambió de posición.

—Si Sailor Plut dice que debemos esperar es porque así es —dijo Sailor Neptune.

A su lado Uranus lucía una expresión insondable. Después de todo, debían confiar en ella, ¿o no?

Dos horas pasaron y la media noche cayó sobre ellos. Los grillos rompieron el silencio que rodeaba el recinto Shinto. Los defensores se dedicaron a matar el tiempo. Por ejemplo Tuxedo Mask tomó un libro y se puso a leer. Las chicas intentaban no perder la compostura y todas intentaban hacer plática a Ryoga, quién estaba muy colorado por el bombardeo de preguntas: ellas querían saber si el chico sentía algo por Ami. Hasta que se ofreció a ir por la cena.

La espera no le estaba haciendo nada bien a nadie.

Sólo las outers scouts seguían en su lugar, vigilando. Sailor Plut mantenía sus ojos cerrados, a la espera. Hacer su trabajo era difícil desde la posición en la que el enemigo la había puesto. De pronto la vieron dar dos pasos al frente y fijar sus ojos en el cielo estrellado, como si pudiera ver los designios grabados en las estrellas.

—¿Sucede algo Plut? —preguntó Uranus.

Plut sonrió levemente.

—Tengo que irme ahora —dijo volteando a verlas—. Esperen aquí —y luego se fue, desapareciendo como solía hacerlo.


—No puedo resistir más —dijo Mercury.

Lanzar ataques uno tras otro mientras Son Goku intentaba mover la máquina, de un lado a otro, era una empresa en picada.

—Resiste por favor… —suplicó Son Goku y viró la máquina en un ángulo que en poco ayudó al equilibrio de la Sailor. Son Goku se sentía impotente mientras ella empezaba a flaquear—. Toma los controles y regresa, yo me haré cargo.

—¡Rapsodia acuática de mercurio! ¡No, te mataran!

—Más de esas cosas vendrán —Son Goku, tras su máscara, apretó los dientes—. ¡Tú tienes que regresar con todo lo que has…!

—¡Burbujas de mercurio congelen!

Un momento, una nave más, un nuevo disparo y Mercury terminó herida.

—¡Maldición! —dijo Son Goku y la cubrió con su cuerpo.

En aquel momento, cuando la situación se puso negra, las cuatro naves que los rodeaban, explotaron. Son Goku se incorporó, sobre el asiento, y miró a lo lejos volando a Súper Sayaman hacia ellos. Sentó a Mercury en el asiento y dejó los controles. Trunks entró rápidamente y bajó el casco de la máquina. Son Goku rodeó a Mercury quien lucía desfallecida.

—¡Ahora! ¡Ahora! —gritó Sayaman apretando los controles.

A lo lejos el fuego crecía más y más, danzando su reflejo sobre el cristal frente a sus ojos. En ese segundo apareció Arlakk frente a ellos y realizó un hechizo, que siguió de largo, cuando la máquina del tiempo desapareció en un nuevo borrón.

Un momento después Sayaman y compañía fueron absorbidos por otro enorme túnel y, mientras viajaban de regreso, Sayaman le suministró semillas del ermitaño a cada uno. Son Goku y, sobre todo, Mercury se recuperaron.

Después bajaron por otro túnel y la máquina quedó varada en un lugar completamente blanco.

—¡Oh no! ¡¿Dónde rayos estamos?! —gritó Sayaman.

Para su infortunada entereza los controles se habían apagado.

—Este lugar… —dijo Son Goku, había vagado por él por mucho o poco tiempo, en donde todo se veía igual.

—Sailor Plut debió de traernos aquí —dijo Mercury.

Sin sonido, sin calor o frio, sin nada existiendo en ese lugar, sólo la sensación de que el tiempo seguía avanzando. A Trunks le recordó en cierta manera a la habitación del tiempo, pero este lugar era de una blancura superior.

—¡Miren! —dijo Mercury.

Dos siluetas se acercaban. Los defensores bajaron de la nave y se pusieron en guardia. Un momento después las figuras comenzaron a ser más visibles. Una de ellas tenía cabello largo y cargaba un báculo muy alto, era Sailor Plut. La otra figura sin duda era un robot, una máquina que sobre pasaba, no por mucho, la altura de la Sailor. Su pintura era simple metálica, caminaba haciendo un ruido rudo, al igual que sus movimientos pesados. Con un enorme y grueso vidrio en la parte superior delantera.

Justo en ese lugar fue donde Trunks, al fijar la mirada, sintió dar un vuelco al corazón. Dejando de lado el logotipo en el frente de la coraza, los lentes y la distancia y las imposibilidades que pasaban por su mente. Jamás dudaría en reconocerla, porque ella, de inquebrantable voluntad, era su madre: Bulma Briefs.

—¿Mamá? —preguntó Sayaman sin salir de su asombro.

No podía creer lo que estaba mirando.

Sailor Plut movió su báculo y un momento después estaban en un tubo de luz y sus pies sobre el patio del templo Hikawa.

La luz del sol empezaba a clarear, ¡Era de mañana!, pero Trunks no pensó en eso. Corrió hasta alcanzar al robot.

—¡Mamá!

Un ruido metálico soltó la armadura y la coraza se abrió a un lado. Bulma Briefs saltó con gracia al suelo. Sayaman tomó su rostro entre sus manos y besó su frente. Bulma se refugió entre sus brazos y después lo miró a los ojos.

—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó el viajero del tiempo.

Bulma cambió su expresión al momento y Trunks dio un paso atrás.

—¡No has contestado a mis llamadas! —Trunks movió enérgicamente las manos frente a él—. No me quedó otra opción más que venir a ver, estaba muy preocupada —dijo con las cejas unidas y los brazos en jarras.

A su lado, para no perder la costumbre, Sailor Plut emitió un…

—Ejem… —Madre e hijo la miraron pestañeando—. Creo que sería mejor que platicaran en tu lugar de residencia. Sea bienvenida señora Briefs.

—Gracias Setsuna —dijo Bulma, muy a su manera de intimar con las personas, fuesen quien fuesen.

—¡Oigan! —gritaron a lo lejos.

Las sailors corrían hacia ellos. Tuskedo Mask, Uranus y Neptune iban a la cabeza de la carrera para encontrarles.

—¡Chicas! —gritó Mercury.

—Regresaron de mañana —dijo Neptune.

—Eso es debido a que detecté que la señora Briefs intentaba entrar a nuestra dimensión, al ir a encontrarla, tuvimos que usar una de mis salidas de emergencia —explicó Plut.

Para ese entonces el resto de los defensores los alcanzaron.

—Ah… mamá —dijo Trunks—, ellas son las sailors scouts, las defensoras de esta tierra —presentó.

Las chicas se presentaron como las sailors de cada planeta y Tuxedo Mask. Bulma pudo apreciar que todas ellas vestían de una manera similar, traje marinero, en diferentes colores y una más que portaba unas enormes alas, Sailor Moon.

—Espero no ocasionarles ningún tipo de inconveniente con mi presencia —dijo Bulma.

—Para nada, señora Briefs —contestó Moon, encantada.

—¿Cómo resultó la misión? —preguntó Uranus.

—La misión no fue tan mal… —dijo Ami—. Logré obtener mucha información.

—Sin embargo fuimos detectados y tuvimos que salir muy rápido —dijo el nuevo Son Goku.

—Yo… creo que hice estallar parte de sus naves antes de salir —dijo Sayaman.

—Eso es bueno… ¿No? —dijo Mars.

—Supongo… la verdad es que todo explotó y ardió —agregó Sayaman.

Todos asintieron.

—Será mejor dejar la reunión para más tarde —interrumpió Plut—. Estoy segura de que Trunks querrá instalar a su madre para que descanse.

Júpiter, que había permanecido en silencio, buscó la mirada de Trunks, él la miró un segundo a los ojos y luego esquivó su mirada.

—Sí, eso sería perfecto —se apresuró a decir.

—¡Qué bien Plut! —dijo Moon mientras se estiraba—. Hemos pasado toda la noche en vigilia y muuueeero de suueeeñooo.

—¡Sailor Moon! —Reprendió Mars—. ¿Cómo se te ocurre decir eso?

—Es que estoy muy cansada… —Gimoteó.

—¡Eres una floja!

—¡No lo soy!, ¡Tuxedo Mask y yo no hemos dormido en toda la noche!

—¡Sailor Moon! —gritaron todos al unísono.

Tuxedo Mask enrojeció furiosamente.

—No me refería a eso… no sean… —dijo juntando la punta de un dedo con otro—. ¿Qué no ven que tenemos visita? —dijo apenada.

Bulma rió por lo bajo.

Son Goku se acercó a sailor Mars.

—¿Dónde está Ryoga?

—Pues… él se ofreció a traer la cena y la verdad es que no volvimos a verlo.

A Ranma le salió una gota de sudor en la cabeza. Con lo perdidizo que era el chico probablemente no volverían a verlo en mucho tiempo.


—No puedo creer que sean tan ineficientes —dijo Kyristian.

En el momento en el que había detectado la intromisión de la guardiana a sus antiguos dominios, supo que algo no iba bien. Esa mujer era demasiado inteligente como para saber que regresar era su sentencia de muerte. Y no es que ansiara prontamente su esfera de esencia.

Había salido a investigar y curiosamente, en ese preciso momento, ellos irrumpieron en Dominia. Algo nunca antes sucedido. Esto sólo hacia confirmar sus suposiciones sobre la Sailor del tiempo.

Si bien burlaron el intrincado sistema de seguridad, al ser detectados, Sorin se había enfrentado a Sayaman, Arlakk había actuado demasiado tarde, aunque sí intentó detenerlos, en cambio Eron… Eron era otra historia.

Kyristian sabía bien que Eron solía encapricharse en cada nuevo proyecto. Amante de la perfección, deseoso de la atención y de complacerlo, siempre se esforzaba al máximo, sí, pero también incluía demasiados sentimentalismos propios de la raza humana que a menudo lo hacían fallar. La prueba era que en ese momento estaba encerrado en su laboratorio y se negó a salir cuando fue notificado de que algo sucedía. Claro, él pensó que era algo sin importancia y lo desestimó, tan perdido en su cometido que todo lo demás carecía de importancia. Incluso su siempre cuidada apariencia, que ahora era desestimada en su crecida barba.

—¿Sorin?

La androide, que estaba cubierta en hollín y con su tarje chamuscado, comenzó a relatar el suceso con su vos monocromática y carente de emoción. Arlakk, que permanecía a una distancia prudente, escondía su filosa miraba bajo el ala de su sombrero. Eron no podía dejar de sentirse más estúpido que nunca.

—… el ataque a nuestras naves bajó del 96 % a 44% al proyecto Nevada Oscura, también se perdió el 35% de nuestro personal.

—¿Tiempo estimado para la recuperación?

—Al menos tres meses para alcanzar un 80%, capacidad mínima para conquistar la tierra, sin embargo no contamos con nada de materia prima.

—¿Qué información robaron?

—Todos los archivos registrados en el edificio, a excepción del archivo núcleo.

Kyristian sopesó la información por unos segundos. Su alta y robusta figura se movió de la ventana hacía el trono. En su caminar su larga capa ondeó.

De pronto giró y los tres amos del mañana se elevaron en el aire. Sus cuerpos se arquearon en ángulos extraños y los gritos de dolor llenaron la habitación circular. Hacerlos pagar su incompetencia de esta manera era mucho mejor que simplemente matarlos.

Pero ni todo el dolor que les causaba podía mitigar el gran enojo que lo poseía. Nunca, nadie, jamás, había irrumpido en Dominia, no desde que el gobernaba. Nunca se había visto vulnerable. Nunca nadie le había robado algo, mucho menos información tan importante como el proyecto Nevada Oscura o información directa de la tecnología que poseía.

Lamentablemente, si continuaba su castigo por mucho tiempo, sus lacayos simplemente morirían, incluso Sorin. Los aventó y los tres chocaron con la pared detrás. Pasó al menos un minuto en lo que ellos lograron ponerse de pie. Situación que estaba terminado con la poca paciencia que le quedaba.

—Bien, que la producción continúe —Entabló una vez que los tres estaban al frente—. Enviaremos saqueadores a la antigua dimensión para acelerar el proceso —Sorin asintió—. Recluta mano de obra entre los habitantes, ya saben el precio que deben pagar por gozar del esplendor de Dominia —Se sentó con gran elegancia y sus ojos llamearon púrpura—. Cancela la nueva instalación en Tokio, no nos arriesgaremos a que encuentren otra manera de cruzar hacia nosotros. De ahora en adelante sólo ustedes tres podrán moverse con ayuda de sus broches, crearan los portales cuando sea estrictamente necesario. Sorin debes encontrar una manera de que la seguridad sea impenetrable. Arlakk continuaremos con lo que tenemos planeado… En cuanto a ti Eron, las misiones te serán relegadas, podrás seguir con tu investigación de ADN saiyajin para fines de empleo. Y deberás convencerme de permitirte traerme la esfera de Sayaman, de otra manera será Arlakk quien lo haga. No quiero más fallos, les daré el tiempo necesario para que resuelvan todo, terminaremos de conquistar la tierra de una vez por todas.



Bueno espero les haya parecido bien el capitulo, no ha habido escenas de nuestros protagonistas, pero lo compensaremos más adelante, espero sus comentarios, opinen sobre la aparición de Bulma, ¿qué les pareció?.

Nos vemos en el próximo.

*Capítulo 11 de PPI

Sailor Moon © Naoko Takeuchi

Ranma ½ © Rumiko Takahashi

Dragon Ball Z ©Akira Toriyama

Boy mets girls by Julian Soullard

Past, present and uncertainty by Julian Soullard


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